1 de febrero de 2011

Cuando se pierde el interés por el trabajo

Todos los universitarios, o ex universitarios, que lean esta entrada seguro que alguna vez en su vida estudiantil se han hecho esta pregunta ¿Se aprovechan los profesores de la libertad de cátedra?
Evidentemente, no se puede juzgar a todos los profesores por el mismo rasero; tenemos profesores universitarios cuya pasión por la enseñanza y por su trabajo es contagiosa y te transmiten esa energía necesaria para estudiar incluso la más gorda de las signaturas. ¿Pero qué pasa con los otros? Con esos profesores que utilizan la libertad de cátedra para no hacer NADA en sus clases, con esos otros que llegan con cara de resaca a clase, o con otros tantos que no se preparan las clases ni se preocupan por su alumnos, yo os diré lo que pasa:  ¡¡¡¡NADA!!!!!.

En las universidades públicas españolas por desgracia rige la ley del funcionario. Esta ley consiste básicamente en tener tu empleo asegurado al 100% con una probabilidad muy baja de ser despedido (yo creo que si un profesor mata a un alumno, incluso así, es difícil echarlo). ¿Cuál es la consecuencia directa de esta situación laboral? Es muy sencilla de explicar. Si tienes un empelo fijo del que no te pueden echar, entonces depende de ti mismo si quieres trabajar bien y hacer tus clases llevaderas y constructivas, o puedes bajarte el PowerPoint de lecciones resumidas que vienen con los libros y leerlo en clase.

Por desgracia es este segundo tipo de profesor el que predomina en nuestras aulas y lo digo por experiencia. ¿Quizás la solución sea controlar la libertad de cátedra? Puede que fuera un comienzo, aunque desgraciadamente se verían también afectados los buenos profesores que enseñan de forma magistral.
La mejor idea que se me ocurre para eliminar  estos problemas es hacer que las encuestas que los alumnos realizan de los profesores sirvan para abrir expediente a aquellos que no cumplan con sus obligaciones docentes o que su forma de dar clase no convenza a sus alumnos (como ocurre ya en algunas universidades prestigiosas) ya que: ¿No pagamos nosotros nuestra matrícula? ¿No es acaso la enseñanza universitaria un bien por el que pagamos? ¿Por qué entonces nosotros no tenemos la capacidad de juzgar a los que se encargan de enseñarnos?

Yo soy alumno de la Universidad de Alcalá, y por lo tanto no estoy en conocimiento de si en otras universidades existen ya medios para regular este descontrol, pero desde luego en la UAH no existe ninguno lo que provoca que esto vaya de mal en peor.

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